Camino a Vary (dos horas y media de viaje) mientras bebía un chocolate caliente de maquina, Jakub y yo vimos una película, por supuesto no estaba en español, había varias posibilidades: Checo con subtítulos en inglés, inglés con subtítulos en checo, checo sin subtitulos o inglés sin subtítulos. La película era Talking lives, y esta vez era en inglés sin subtítulos. Me pareció un muermazo.
Cuando llegamos y después de comer estaba claro que lo que tocaba era ir a beber una cerveza. Jakub me llevó a una taberna típica. Una casa rodeada de un jardín con una pequeña huerta y herramientas de jardinería. Muchos colores. Una pena que fuera de noche...
Estuve hablando con varios en la taberna y, aparte de que descubrí que podrían ser bastante infieles, me dieron la bienvenida con un chupito (quizás alguno más), uno típico de de KarlovyVary: Becherovka. Había un piano y me obligaron a tocarlo. La situación es fácil de imaginar; yo sentado al piano con la cerveza en la tapa y los demás gritando, cantando y bebiendo cerveza. Después de todo eso, a dormir.
Ya los días que quedaban solo era visitar Karlovy y el pueblecito donde vivía Jakub, Loket. Mi guía turístico fue Viera, la novia de Jakub. La verdad que todo era muy bonito, muchos bosques, arboles, un río, un castillo, un tiempo perfecto, una buena charla en inglés, buena comida, dulces típicos...
Todo hizo que viniera con ganas. Pero en el fondo estaba todo tan en el aire que cualquier cosa podría derrumbar mi castillo. Así fue. Ahora vuelvo a estar como siempre. La gente que te quiere te puede hacer daño. Creo que lo mejor es pensar que no hay nada que me retenga en mi ciudad. Enterraré mis sentimientos por todas las personas que quiero y cuando llegue a Málaga igual vuelven a florecer con más fuerza.
Octubre se va. Adiós. Que te den, mi querido octubre.
